Tengo Blog nuevo.

Que entretenido, encontré esto, soy un poco lenta pero de a poco lo lograré.
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jueves, 21 de enero de 2010

Necesito escribir.

Tengo miedo, miedo que antes nunca sentí, miedo a morir, a dejar a mis hijos de 16 años solos, a mi esposo, que lo amo más que la cresta. Mi pequeña hijita nació el 27 de noviembre del 2009, de 36 semanas, todo bien, feliz, con unas ganas inmensas de conocerla, llego la hora, me pusieron su carita en la mía, estaba llena de esa grasita de los bebes, calientita, si hasta puedo oler ese olor que tenia, el Maury se va con ella, y el doctor levanta su cara y tenia lleno de sangre ese protector que usan y me dice: Sonia, tienes una hemorragia severa, el útero se fisuro en tres partes, tenemos que extirparlo, en ese momento no sentí miedo, estaba tan segura, tan confiada en ese hospital y así fue, dentro de lo que uno no esperaba todo salio bien. Lo peor para mí vino después, sentía un dolor horrible, en las costillas, ahora se que es es en el miocardio derecho, no podía acostarme, caminar, levantar el brazo, las matronas me decían que tenia que caminar, que eran "gases", y así se me pasaban los días llora y llora, hasta que un scaner abdominal refleja un hematoma en el hígado de 19 cm., De ahí en adelante, me cambio la vida, todas las mañanas a las 7 de la mañana venían los cirujanos, reposo absoluto, hospital izada sin fecha probable de alta, y lo único que me decían: esto es muy lento, no tenían respuesta de por que se rompió el hígado, hasta hoy no lo sé, que si me movía podía tener una hemorragia interna y yo miraba para el lado, donde estaba en su cunita mi nenita, que ni siquiera lloraba, apenas pedía pecho, como si hubiese sabido que yo apenas podía tomarla. Entre al hospital un 27 de noviembre y salí un 6 de diciembre, parece que hubiesen sido años, ahora estamos a 21 de Enero y sigo en reposo y no soy yo, el dolor te anula, te entristece, te apaga, no puedo abrazar al Maury, no podemos dormir juntitos como siempre, no puedo sentirlo y ni hablar de esta pena eterna que siento pena-miedo, mi chiquitita, la miro y no puedo evitar pensar en que si me muero, quien la va a cuidar, va a crecer sin mamá, aunque sé que tendrá un papá genial y dos hermanos muy cariñosos. El Maury me reta y me da ánimo, para no deprimirme, pero en el fondo ni el sabe lo que pasará. Ya no quiero llorar más, pero es como si tuviera un lago de lágrimas en cada ojo.

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